EL PSOAS ILIACO
Este mes queremos hablaros del Psoas Iliaco, por ser un grupo muscular especialmente implicado cuando practicamos Hatha Yoga. Aunque hablemos de él en su conjunto, está compuesto en realidad por dos músculos: el Psoas y el Iliaco. El Psoas surge de la última vértebra dorsal, y el Iliaco del hueso sacro. De ahí, ambos músculos descienden y se conectan con el fémur.
Podríamos decir, entonces, que el Psoas Iliaco une la espalda baja con las piernas. Tener este grupo muscular en plena forma determinará, en gran medida, nuestra postura corporal y la movilidad que tengamos en el tren inferior.
Es curioso porque muchas de las personas que comienzan a hacer yoga desconocen, en realidad, qué es el Psoas Iliaco y dónde se encuentra. La mayoría de ellas acaba tomando conciencia de él cuando observa que está debilitado o rígido y no les permite llevar la pierna hacia adelante con libertad, en el saludo al Sol, o estar a gusto respirando en Virabadrásana IV, por ejemplo. Si eres de los que pasan muchas horas sentado/a delante del ordenador en el trabajo, o estás estudiando unas oposiciones, te interesa seguir leyendo.
¿Por qué se produce el acortamiento de este grupo muscular? Las razones pueden ser varias, pero principalmente se debe a la falta de movimiento a lo largo del día. Quizás no tengas la sensación de llevar una vida sedentaria, seguramente hagas tu práctica de Hatha a diario, vayas a correr un par de veces a la semana o estés apuntada/o al gimnasio.
Sin embargo, piensa que el día tiene 24 horas, 7 u 8 las pasamos durmiendo. Y otras 8 suelen dedicarse al estudio o al trabajo, generalmente en posturas artificiales y estáticas (y estar sentado frente al ordenador lo es).
Por todo ello, es probable que tus músculos hayan ido perdiendo movilidad y endureciéndose. Ya habrás escuchado más de una vez que, en el cuerpo humano, lo que no se utiliza habitualmente, tiende a atrofiarse.
Pero ¿Qué ocurre exactamente cuando el Psoas Iliaco está acortado? Por lo general, se produce una hiperlordosis a nivel lumbar, es decir, una curvatura excesiva en esta zona que hace que llevemos el peso de nuestro cuerpo a la parte baja de la espalda. Esto puede provocar lumbalgias con cierta frecuencia. Además, puede verse comprometida la marcha, ya que un Psoas demasiado rígido afectará también a la flexión de la cadera.
Por eso muchas personas, al dar la zancada hacia adelante en el Saludo al Sol, encuentran que su pie se queda muy por detrás de las manos. Asimismo, el movimiento de abducción de cadera que se hace, por ejemplo, en posturas como Ardha Chandrásana o Uttitha Trikonásana se puede volver complicado.
Si te has sentido identificada/o con esto, ¡enhorabuena! Has dado el primer paso: tomar conciencia de la dificultad. Ahora hay que ponerse manos a la obra para ir devolviéndole la elasticidad y frescura al Psoas Iliaco. ¿Por dónde empezar? A continuación, te damos algunas pautas básicas que conviene tener en cuenta:
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Continúa con tu práctica habitual de Yoga. Si encuentras algún movimiento o asana especialmente complejo, ve poco a poco. Recuerda una de las máximas del Yoga: nunca debe haber dolor.
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En tu tabla, incide en posturas como Virabadrásana IV. Ve hasta tu límite cómodo y quédate respirando un tiempo. Intenta relajar la musculatura con suavidad a la vez que estiras.
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Si eres de los que, por trabajo o estudio, tienes que pasar muchas horas sentado, procura hacer descansos cada hora y media. Camina, haz un par de sentadillas o salta. Oxigenarás las neuronas y ayudarás a que tu musculatura se active. En tu tiempo libre, no sigas realizando actividades sedentarias, opta por salir a pasear, nadar, bailar, cualquier cosa que vuelva a movilizar el tren inferior.
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Prueba los auto-masajes. Puedes utilizar una pelota para masaje miofascial, por ejemplo, o simplemente tus manos. Masajea el Psoas Iliaco en todo su recorrido. Así mejorarás la circulación sanguínea de la zona.
Nuria