ORDENA TU ESPACIO
El mes pasado os animábamos en esta sección a establecer uno o dos hábitos positivos en vuestra vida, hábitos que dieran un marco y una estructura a vuestros quehaceres diarios. Hablamos, por ejemplo, de levantarse media hora antes para practicar Yoga con mayor distensión, y de dedicar un tiempo a cocinar alimentos nutritivos.
Este mes queremos continuar en esta línea, y proponeros otro reto: ordenar vuestro espacio exterior. ¿Os habéis fijado en que, cuando practicáis con apoyos, acabáis diseminando los tacos por un lado y el cinturón por otro?, ¿Sois de los que pliegan la mantita o el chal de meditación para que quede en perfectas condiciones, o no le dais la importancia que merece a este aspecto?, ¿recogéis la esterilla de cualquier modo o lo hacéis con mimo y cuidado?, ¿cómo acaba la habitación después de vuestra sadhana diaria?
Tomar conciencia de estos detalles puede llevarnos a un nivel más profundo, donde cada pequeño gesto cuente.
De alguna manera, se trata de extender la práctica en el tiempo: no acabamos de practicar cuando termina la meditación, sino que seguimos concentradas/os y enfocadas/os en lo que hacemos.
De esta forma, la vida entera, con todas sus tareas sencillas y complejas, fascinantes y tediosas, se convierte en un campo de observación y crecimiento.
Ya hemos mencionado la importancia del orden a la hora de hacer la práctica, pero ¿qué ocurre con el resto de espacios y momentos?
Porque de nada nos servirá ser muy minuciosos durante la sadhana si después vamos por ahí desperdigando nuestras cosas y dejándolo todo manga por hombro. Además del orden durante la práctica, hay otros periodos especialmente sensibles a los que debemos prestar atención: cuando comemos, y cuando vamos a dormir.
A la hora de la comida, por ejemplo, sería interesante hacernos varias preguntas. ¿Cómo solemos servir la comida en el plato?, ¿ponemos todos los ingredientes mezclados (el arroz con los garbanzos, por ejemplo) o los separamos para que, visualmente, nos proporcionen una sensación más placentera? ¿Cuándo empezamos a comer y cómo lo hacemos: de pie, caminando, mirando el móvil o la tele, o sentadas y concentradas? ¿Notamos que hay precipitación, ansiedad o impulsividad en lo que hacemos, o somos capaces de comer y masticar tranquilamente? ¿Disfrutamos de verdad de los sabores o no somos muy conscientes de ellos? Os animamos a recapacitar sobre estas cuestiones para valorar vuestro nivel de presencia en cada caso.
Igualmente, cuando vayáis a descansar, fijaos en cuál es vuestro proceder. ¿Cómo está la habitación donde vais a dormir? ¿Es diáfana o está un poco recargada?
Para que el descanso sea realmente profundo y reparador, es esencial que el ambiente no esté demasiado concentrado ni desordenado.
Disponer de una habitación que invite al recogimiento y a la tranquilidad es fundamental para soltar las tensiones y preocupaciones que se hayan podido generar durante el día. Por eso, tampoco os olvidéis de mantener este espacio lo más limpio, ordenado y relajado posible.
A continuación, os dejamos algunos tips que os pueden ayudar a ordenar vuestro espacio:
- >Antes de practicar Yoga, pensad en los apoyos y materiales que vais a necesitar, y colocarlos en orden. Cuando hayáis terminado, ventilad la habitación y dejarlo todo recogido. El chal de meditación bien plegado, y la esterilla también.
- >Cuando os dispongáis a comer, tomaros un tiempo para situar los alimentos en el plato. Si ponéis los ingredientes por separado, obtendréis una imagen más limpia y agradable del conjunto, por lo que no sólo estaréis alimentando el cuerpo físico, sino también la parte emocional. No os abalancéis sobre el plato, tomad un instante para observarlo, olerlo, y dar gracias por la abundancia.
- >Comed lo más tranquilos/as que podáis, sin distracciones externas. La televisión y los dispositivos digitales mejor lejos en este momento, para saborear los alimentos y disfrutarlos más. Al terminar, dejadlo todo recogido y limpio.
- >Cuando vayáis a la cama, tened la habitación limpia y recogida, preparada para un sueño reparador. Evitad que las paredes estén muy recargadas de cuadros, y las mesas de adornos. Cuanto más sencillo, mejor.