LA VISIÓN ANATÓMICA DEL YOGA
UNA PERSPECTIVA DESDE EL YOGA INTEGRAL
La práctica de asana es, con evidencia, la parte del yoga que más practicamos en occidente. Por sus múltiples beneficios es, para muchas personas, una práctica para mejorar su salud, bienestar, y también, en ocasiones, una puerta para adentrarse a practicar y conocer un yoga más amplio, completo y espiritual. Cuando hablamos del trabajo en asana, se hace inevitable hablar de anatomía, músculos, fascias, contraindicaciones y un largo etcétera. Elementos que el ámbito médico y biológico han aportado al entendimiento y la práctica de asana tal cual la entendemos hoy. En este contexto, como yoguinis y profesoras de yoga, nos encontramos con una disciplina que en ocasiones está alejada de nuestros talentos a lo que se le añade la sobreinformación y el gran abanico de ideas que tenemos a un solo click. Ante esta situación, nos surge la pregunta clave: ¿cuánta anatomía tengo que saber para mi práctica o para impartir mis clases? En estas líneas queremos aportar algo de luz a esta pregunta, partiendo de las cualidades necesarias para poder desarrollar una visión integral de la anatomía.
Responsabilidad y Congruencia
Cuando nos proponemos dar una clase de yoga, asumimos que las personas que vienen se ponen en nuestras manos. En las clases de yoga integral trabajamos con todas las partes del ser humano, pero indudablemente el cuerpo físico tiene un protagonismo. Por ello, al igual que debemos conocer el funcionamiento del sistema pránico, la naturaleza de nuestra atención, o cómo llevar a nuestras alumnas a conocer su vida interior, debemos de conocer el mapa del cuerpo físico, con el cual nos manejamos en este plano. Sabemos que el yoga es mucho más que asana, pero si nuestro yoga tiene asana, debemos de ser congruentes y conocer las bases de la anatomía para manejarnos con seguridad en nuestras clases. Por otro lado, hay que tener en cuenta que un porcentaje alto de las personas que vienen a las clases de yoga, tienen alguna particularidad física, lesión puntual o crónica y tener una visión anatómica del asana nos va a permitir adaptar y asegurar la práctica a nuestras alumnas.
Criterio y Aspiración
Dicho esto, tenemos que saber que para la práctica de yoga no necesitamos saber lo que un fisioterapeuta, un médico o un rehabilitador conoce. Convertir nuestro yoga en una clase de rehabilitación postural o de objetivos puramente físicos es un fallo en el que podemos caer con facilidad, perdiendo nuestra visión del trabajo integral de la clase y de nuestra sadhana. Por ello es importante revisar nuestro criterio a la hora de elegir nuestros objetivos: ¿qué estoy buscando con mi práctica o mis clases? No significa que no podamos buscar la apertura de cadera como un objetivo en mis prácticas, pero debemos recordar que ese objetivo no debe colocarse por encima de nuestra apertura al corazón como una conquista prioritaria en nuestro yoga. Recordar y revisar nuestra aspiración como profesores de yoga es un elemento clave para no perdernos en las ramas y acabar priorizando elementos de la clase que, aunque necesarios, no son el eje de nuestro yoga.
Ecuanimidad. aprendizaje práctico, aplicado y actual
En nuestras formaciones buscamos aportar una mirada ecuánime de la anatomía y con ella, un punto de equilibrio que nos permita estar seguras a la hora de impartir nuestras clases y que esa seguridad nos permita poder aportar en todo lo que la clase de yoga ofrece. Para ello nos centramos en tres elementos clave de la mirada integral:
- Tiene que ir vinculada a la práctica, la cual va a permitir integrar y entender la teoría a través de la experiencia propia y no desde el aprendizaje memorístico clásico. Esto hace que tengamos que enfocar la práctica como un aprendizaje que se quede de fondo y gota a gota pueda ir creciendo a la par que el resto de los elementos de nuestra práctica.
- Tiene que ser aplicada al contexto del yoga y de las asanas que lo conforman, conociendo las bases anatómicas que vertebran su desarrollo y sus adaptaciones básicas.
- Tiene que ser actual, sabiendo que hoy en día tenemos acceso a mucha información, es más importante saber manejarnos y movernos en el “idioma anatómico” que memorizar gran cantidad de elementos, en ocasiones poco relacionados con lo que vamos a utilizar.
Aspiración, Congruencia y Ecuanimidad son tres cualidades que nos pueden ayudar a ubicar el lugar de la anatomía en nuestra práctica y en nuestro aprendizaje, convirtiéndola en un elemento más de nuestro conocimiento para crecer como yoguinis y profesoras.