EL ÁRBOL NOS IMPIDE VER EL BOSQUE
Desde los inicios de lo que podemos llamar el Hatha yoga moderno a inicios del siglo pasado, ya aparecieron los primeros estudiosos e investigadores que estudiaban (y a día de hoy continúan haciéndolo) los beneficios de este método para la salud. No obstante en estos primeros “laboratorios” del yoga en India se contemplaba toda la riqueza de la disciplina yóguica al servicio de la salud, no solamente la parte meramente física, sino los beneficios del sinfín de herramientas del yoga y su efecto a los diferentes cuerpos del ser.
EL SALTO A OCCIDENTE.
Como compartimos en artículos anteriores, la práctica de asana se impregnó en su llegada a Occidente de unos conocimientos anatómicos y fisiológicos que le permitieron crecer como práctica física y colocándose a día de hoy dentro del mundo de la cultura del bienestar y la salud. En la actualidad encontramos que asana sigue en crecimiento e investigación, cada vez hay más estudios sobre ella y más pruebas de los beneficios que reporta a la salud.
Sin embargo, esta concentración de esfuerzos orientados hacia la parte anatómica-física de nuestro cuerpo hace que, muchas veces sin quererlo, perdamos de vista la verdadera esencia del yoga con su vasta amplitud, métodos y objetivos.
LA ECUANIMIDAD COMO FIN PARA EL YOGA TERAPÉUTICO.
Desde esta perspectiva, debemos de ver y revisar nuestro yoga desde la consciencia y la ecuanimidad. Las ventajas de las investigaciones actuales son un valioso elemento para enriquecer nuestras prácticas y propuestas de clase, pero también tenemos que saber contextualizarlas dentro de nuestro yoga con coherencia.
De lo contrario, corremos el riesgo de convertirnos en maestros en rehabilitación física y alejarnos poco a poco de nuestra propósito como profesores y transmisores de la enseñanza del yoga.
El yoga terapéutico es un yoga con gran riqueza de herramientas y que todavía está por desarrollar su gran potencialidad para el bienestar del ser humano, por ello está en nuestras manos saber aprovechar todo este potencial sin que nuestro enfoque de fondo, internamente, mantenga siempre esa parte que no debemos descuidar del yoga, para que el árbol nos impida ver el bosque.
Kavi