EL YOGA Y LA PROPIOCEPCIÓN
La propiocepción o el sistema propioceptivo es el sistema mediante el cual, el cerebro recibe la información sobre la posición y el movimiento de las partes del cuerpo entre sí. Dicho de un modo sencillo nos hace más conscientes de nuestro cuerpo y del lugar que ocupa en el espacio en cada momento.
Este sistema complejo en el que intervienen multitud de sensores a diferentes niveles nos permite tener una movilidad amplia y versátil adaptándose a multitud de necesidades de movimiento, desde los más amplios a los más sutiles.
En la sociedad actual occidental este sentido se encuentra aletargado debido al ritmo de vida actual.
Una persona media en una ciudad camina durante todo el día por suelo llano, hace prácticamente todos los días todos los movimientos, sea sedentaria o incluso si practica algún deporte con movimientos repetitivos como correr o la natación.
Estos nuevos patrones que instalamos en nuestro cuerpo van a tener un efecto directo a nivel musculoesquelético, fascial, pero también a nivel sensitivo y perceptivo.
La pérdida de eficiencia de este sentido de la propiocepción, sumado a otros condicionantes añadidos de debilidad de diferentes grupos musculares o excesiva acción de otros, tiene una consecuencia directa, que suele finalizar en lesiones de diferentes tipos en cuanto nos exponemos fuera de nuestra rutina habitual de movilidad.
La práctica de yoga tiene un efecto directo en despertar de nuevo esa capacidad que todos hemos tenido cuando éramos niños. La movilidad a la que nos expone asana de manera ordenada nos va haciendo despertar la conciencia corporal y recuperar esa sensación de movilidad.
Desde el enfoque del yoga terapéutico resulta fundamental que este trabajo de despertar nuestra conciencia corporal esté muy presente para poder abordar con mayor precisión las patologías que queremos aliviar o sanar en el cuerpo físico.
Abrir a nuestros alumnos/as a esta conciencia corporal va a abrir los beneficios de la clase de asana fuera de la esterilla, permitiéndoles que en su vida cotidiana, vayan creando conciencia de cuál es su posición en cada momento, encontrando patrones posturales y corrigiendo hábitos que permiten que el trabajo de las clases se vea integrado y mejorando. Este trabajo tiene que ser tranquilo y generalmente trabajado por partes, relacionadas con el objetivo a trabajar, como por ejemplo comenzar las primeras semanas prestando atención a la anteversión y retroversión de nuestra cadera si estamos trabajando en clase una corrección postural a nivel lumbar. No obstante, siempre tendrá que adaptarse al objetivo principal que estamos abordando, siendo un factor a tener presente en todas nuestras clases de manera transversal.
Kavi, Formador de la Escuela