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Mirra Alfassa “La Madre”, aportó a través de su experiencia yóguica un extraordinario legado, quedando este reflejado en cartas, conversaciones y en su agenda. Este mes compartimos una interesante reflexión, en la que Mirra nos invita a mirar la vida como un laboratorio de transformación donde se dan las oportunidades crecer y afinar nuestro yoga.
Extracto del texto titulado: Plegarias y meditaciones. Anotación del día 28 de noviembre de 1912.
La vida exterior, la actividad de cada día y de cada instante, ¿no es el complemento indispensable de nuestras horas de meditación y contemplación? Y la proporción del tiempo entregado a una y otra, ¿no es la imagen exacta de la proporción que existe entre la suma de esfuerzos que hay que hacer para la preparación y la realización? Porque la meditación, la contemplación, la Unión es el resultado obtenido —la flor que se abre—; mientras que la actividad cotidiana es el yunque por el que deben pasar y repasar todos los elementos con el fin de ser purificados, refinados, flexibilizados y madurados para la iluminación que la contemplación les confiere. Así que todos estos elementos, uno tras otro, deben pasar por el crisol antes de que la actividad exterior deje de ser necesaria para el desarrollo integral. Luego esta actividad se convierte en el modo de manifestarte con el fin de despertar a otros centros de conciencia al mismo trabajo dual de forja e iluminación. Es por ello que el orgullo y la satisfacción de sí mismo son los peores obstáculos. Muy modestamente debemos aprovechar todas las minúsculas ocasiones que se nos ofrecen para amalgamar y purificar algunos de estos innumerables elementos, para ablandarlos, para impersonalizarlos, para enseñarles el olvido de sí mismos y la abnegación y la devoción y la bondad y la dulzura; y cuando todas estas maneras de ser les son habituales, entonces están listos para participar de la Contemplación e identificarse Contigo en la Concentración suprema. Es por ello que me parece que el trabajo debe ser largo y lento, incluso para los mejores, y que las conversiones fulminantes no pueden ser integrales. Cambian la orientación del ser, lo ponen definitivamente en el camino de la rectitud; pero para alcanzar en verdad el propósito nadie puede escapar a la necesidad de innumerables experiencias de todo tipo y a cada instante.
… O Maestro Supremo que resplandeces en mi ser y en todas las cosas, que Tu Luz se manifieste y que el reino de Tu Paz llegue para todos.