YOGA PARA LA DISMENORREA
La dismenorrea es un problema que afecta a un tercio de la población femenina en edad fértil. Se caracteriza por un fuerte dolor en la zona pélvica y abdominal, acompañado a veces por molestias en la zona lumbar, y suele aparecer el primer día de regla.
Suele durar uno o dos días y puede ir acompañado de sudores fríos, vómitos, retortijones o bajada de tensión.
Pero ¿por qué ocurre esto en una parte importante de la población? Muchos estudios apuntan a una producción excesiva de prostaglandinas en las mujeres que padecen amenorrea. Estas hormonas podrían provocar mayores contracciones en el útero y acentuar el dolor.
¿Qué podemos hacer nosotras, como practicantes de yoga? Lo primero es revisar nuestro estilo de vida global y hacernos algunas preguntas: ¿realizamos actividad física con regularidad, además de hacer nuestra sadhana diaria?, ¿acumulamos mucho estrés o ansiedad a medida que avanza la semana?, ¿tendemos a comer deprisa y corriendo y no siempre cuidamos nuestra alimentación?
La ausencia de momentos de tranquilidad y bienestar, la falta de contacto con la naturaleza, y una dieta inadecuada son aspectos que pueden influir en nuestra producción hormonal.
Por ello, algunas recomendaciones generales serían:
- Hacer deporte con regularidad, pero escoger modalidades que no nos generen un estrés añadido. En este sentido, lo ideal es hacer algún ejercicio al aire libre como correr, caminar a paso firme, bailar, etc.
- Cuidar nuestra sadhana y defenderla como un momento sagrado que tenemos para estar con nosotras mismas.
- Cuidar nuestra alimentación y procurar hacerla lo más sencilla posible. Fijarnos de que, en cada toma, haya suficiente verdura y cantidad de proteína. Las grasas también son esenciales para el buen funcionamiento hormonal: el aceite de oliva, el de coco, el aguacate, los frutos secos y el pescado azul son nuestros grandes aliados.
- Si no se consume suficiente pescado o se tiene una dieta vegana, quizás merece la pena suplementarse con Omega 3, que es anti-inflamatorio. El magnesio también ayuda a relajar toda la musculatura, por lo que puede ser otra buena opción. Consultarlo siempre antes con nuestro médico/a de cabecera, nuestro Dietista o nuestro Naturópata.
- Darnos respiros a lo largo del día para practicar Pranayama o simplemente cerrar los ojos unos minutos y estar en silencio.
- lo posible por conectar con el medio natural todos los días. En caso de vivir en una gran ciudad, tener en cuenta que, a veces, asomarse a la ventana por la noche y mirar el cielo durante un tiempo puede ser muy sanador.
- En la práctica de yoga, dar prioridad a aquellas asanas que nos apetezcan, y no empeñarnos en practicar duro los días que estamos menstruando. Asanas como Ardha Kurmásana, Upavishta Konásana o Mandukásana pueden ser muy agradables. En cambio, las posturas de pie, de fuerza, y con una energía tipo Kali (la familia de los Virabhadrásanas, por ejemplo), pueden no ser tan apetecibles. Escuchar al cuerpo.
- La meditación, cuando se está en pleno dolor, puede ser desagradable. En cambio, un buen Savásana, acompañado de una respiración abdominal, tiende a resultar más adecuado.
¿Qué podemos hacer con nuestras alumnas, si somos profesoras de yoga? Ante todo, no pretender ir de médicos, nutricionistas o personal sanitario. Nuestro papel debe ceñirse a la disciplina que enseñamos. Si hemos padecido dismenorrea y hemos conseguido disminuir los síntomas con algún truco o hábito nuevo, podemos comentarlo, pero siempre dejando claro que es desde nuestra experiencia personal. Lo fundamental cuando tenemos alumnas que vienen a clase con la sintomatología típica es pedirles que se escuchen, que vayan adaptando la clase a las sensaciones de su cuerpo y que se tomen todo el tiempo que necesiten para hacer y deshacer las posturas.
¿Tenéis alguna otra pauta que soláis recomendar a vuestras alumnas? Podéis compartirla con nosotros en los comentarios.
Nuria, Escuela Mahashakti