EQUILIBRAR EL YIN Y EL YANG
Si algo es difícil en el universo y en nuestra vida particular, es alcanzar el equilibrio. Las fuerzas de lo femenino (Yin) y lo masculino (Yang) están continuamente interactuando, jugando a sobresalir la una por encima de la otra, luchando y, a menudo, entrando en conflicto. La sociedad actual está marcada, en general, por un predominio de la energía masculina. Esto se ve en los modelos de negocio y de producción, en las decisiones políticas y económicas, en la manera de relacionarnos con la naturaleza y el suelo, en la forma en que nos vinculamos a las demás personas y al resto de seres vivos, etc.
Es muy difícil, por no decir imposible, hacer cambios a nivel macro, y posiblemente no esté en nuestra mano. Sin embargo, sí tenemos ciertos márgenes de acción y ciertas parcelas donde poder actuar.
Por ejemplo, podemos preguntarnos qué reina más en nuestro día a día, ¿la fuerza masculina o la femenina?, ¿hay algún momento en el que chocan?, ¿cuándo están en equilibrio? Otra cuestión interesante es tratar de detectar cómo es nuestra práctica de Hatha Yoga, ¿tira más hacia el Yin o hacia el Yang?, ¿es relajada, suave y tranquila, o echamos mano de muchas asanas de fuerza y determinación? Esto nos dará una pista de cómo estamos internamente.
A grandes rasgos, las mujeres solemos tender a una práctica más Yin, alargando mucho la permanencia en asanas sencillas y relajantes, observando pormenorizadamente las sensaciones del cuerpo, etc.
Esto puede estar bien en algunas épocas de la vida en las que todo a nuestro alrededor se vuelve Yang: estrés en el trabajo, demasiadas exigencias externas, cuidado de los hijos, tareas por entregar que se nos acumulan, participación en deportes de competición, etc.
En cambio, si nuestra rutina habitual es marcadamente Ying porque: trabajamos en casa, permanecemos mucho tiempo sentadas, vivimos solas o en pareja y tenemos un ocio más casero, de puertas hacia dentro, sería recomendable que nuestro Hatha compensara ese exceso de energía femenina y tendiera más hacia el Yang, sin pasarnos tampoco. Así, tendríamos que hacer, por ejemplo, asanas un poco más intensas, más demandantes, que activaran nuestros músculos y nos pusieran a prueba. Además, deberíamos incluir algún deporte más aeróbico, como pasear, correr, bailar o nadar, ejercicios de fuerza al menos 2 veces por semana, y una alimentación más contundente.
Y vosotras, ¿nos contáis cómo es vuestra práctica y qué energía la gobierna?
Nuria, Formadora de la Escuela Mahashakti