YOGA PARA CHICAS ADOLESCENTES
Si estás leyendo estas líneas es porque, o bien estás en plena adolescencia, o bien ya pasaste esa época de tu vida y quieres ayudar a tus hijas o alumnas a transitarla mejor. Como todas sabemos, la adolescencia es una etapa compleja, en la que se revuelven gran parte de los cimientos de la infancia. Pero también, y esto hay que tenerlo en cuenta, es un periodo cargado de miedos y prejuicios. Y es que muchas personas proyectan en él, sin darse cuenta, sus propias dudas y sombras. Si eres una mujer o un hombre adulto, y quieres orientar a adolescentes que están, de un modo u otro, a tu cargo, quizás debas empezar preguntándote primero: ¿cómo fue esta etapa de mi vida?, ¿tengo recuerdos luminosos u oscuros?, ¿qué aspectos me causaron más dificultad?, ¿qué nuevas puertas se abrieron ante mí?, ¿de qué disfruté?, ¿qué relación me hubiera gustado tener con mis padres, madres y tutores?
Reflexionar sobre cómo fue tu propia adolescencia puede arrojar luz y guiarte a la hora de tratar con tus adolescentes.
Supongamos ahora que practicas yoga habitualmente y quieres acercar esta práctica a tu hija. Quizás ya lo has intentado alguna vez sin grandes resultados, muchas chicas y chicos de esta edad huyen despavoridos cuando perciben, por parte de sus progenitores, cierta insistencia.
Además, ten en cuenta que están en un momento en que necesitan diferenciarse de la familia y, especialmente, distanciarse del rol de la madre. Están tratando de construir, con mayor o menor nivel de consciencia, su propia identidad, y para ello es imprescindible que tengan espacio, y que les demos la oportunidad de ensayar diferentes formas de ser y mostrarse.
Por tanto, es probable que, si tu hija observa que tú haces yoga con regularidad, no sienta el más mínimo interés por la práctica. Si sigues insistiendo, irá a la contra, te saboteará la sadhana, o le cogerá manía a todo lo que tenga que ver con la espiritualidad. Tranquila/o, ésta actitud, por lo general, es pasajera y puede que, con los años, vaya limando las asperezas que hay en su interior e, incluso, encontrando un enorme refugio en el yoga.
Porque… ¿Qué es lo que puede atraerle del Yoga a una adolescente? Lo que más les atrae de la práctica a las chicas de entre 12 y 17 años es, sobre todo, la oportunidad que les brinda para reflexionar sobre temas concretos y profundos de su existencia.
Si les planteamos cuestiones que les hagan pensar sobre esto y encima lo hacemos a modo de reto o conflicto cognitivo, es más fácil que atraigamos su interés. Por poner un ejemplo, puedes escoger un momento de tranquilidad familiar y plantear el siguiente dilema moral:
Imagínate dos ladrones que acaban de atracar una tienda. La Policía los pilla y los mete en la cárcel, pero antes les concede una oportunidad. Colocan a cada uno en una celda y les dicen que, si guardan silencio, pasarán 1 año entre rejas; si los dos se delatan mutuamente serán condenados a 2 años de prisión, y si el primero delata al otro y el segundo guarda silencio, el que habla será liberado y el que calla, pasará 3 años en la cárcel. Desconocen por completo qué va a hacer su compañero y les está prohibido verse o comunicarse entre ellos. ¿Cuál crees que sería la mejor opción?
Partiendo de este dilema, reflexionad sobre las distintas soluciones. Puedes aprovechar para introducir el concepto de los Yamas en el Yoga.
¿Cómo resolveríamos la cuestión teniendo en cuenta Satya, la autenticidad?, ¿y si tuviéramos en consideración Ahimsa, la no-violencia?, ¿qué pasaría si nos centráramos más en Asteya, la intregidad? Cuando ya hayáis repasado los Yamas, podéis intentar ver si los cumplís en vuestra vida cotidiana.
Lo importante de esta primera fase de aproximación es generar curiosidad y mostrar que el Yoga es algo mucho más profundo y práctico que unas simples posturitas.
Si ves que tu hija adolescente siente interés, puedes intentar enseñarle a hacer Saranam, por ejemplo, como ejercicio que le ayudará a obtener mayor claridad mental y a distinguir con precisión lo que es correcto de lo que no. Igualmente, quizás puedas mostrarle cómo realizar algunas asanas con música suave de fondo, y terminar cantando un mantra. Los mantras son otra oportunidad estupenda para reflexionar sobre aspectos de la vida como el amor, la espiritualidad, la naturaleza, la paz, etc. Elige aquellos que tengan una letra comprensible y relevante para su edad. Si os animáis, también podéis daros un masaje sonoro con cuencos tibetanos.
Recuerda que el Yoga Integral ofrece un abanico enorme de recursos y posibilidades, no te estanques solamente en querer enseñar asana.
De ahora en adelante, es posible que, cuando tu hija te vea practicar sobre la esterilla, quiera unirse o, al menos, esté un poco más abierta a investigar por qué haces lo que haces y para qué sirve. Muchísimo ánimo con la maravillosa tarea de educar, siempre merece la pena.
Nuria, Auxiliar de la Escuela Mahashakti