LA PAUSA EN EL AULA, ENSEÑANDO A PARAR
La pausa es una palabra que ha cogido relevancia en el mundo del bienestar en los últimos años en cualquier ámbito de la vida. Aprender a parar, tiene muchos beneficios, especialmente a nivel físico y mental. En las tareas en las que trabajamos sentados, las pausas nos permiten cambiar de postura, favoreciendo la irrigación de la zona y rompiendo con las tendencias posturales tan perjudiciales para nuestro bienestar y que hoy en día son causa de múltiples patologías en Occidente. Aquí el conocimiento del yoga físico puede aportar herramientas sencillas y muy útiles enfocadas a los hábitos posturales.
Por otro lado las pausa nos permiten crear un espacio interno, un corte en la rueda de las acciones rutinarias y permiten, a nivel cognitivo, salir de cadenas de pensamientos y de los bucles que generamos en nuestra vida cotidiana.
Esto tiene un efecto directo positivo en nuestro nivel de agotamiento o estrés mental, permitiendo vaciar ligeramente ese vaso, que durante las horas de trabajo vamos llenando. Siguiendo con este símil, las pausas bien estructuradas nos permitirán, llegar a finalizar nuestro trabajo con el vaso menos lleno repercutiendo en la calidad y eficiencia de nuestra acción y en nuestro bienestar. A nivel mental, aprender a manejar nuestra respiración, técnicas de relajación y atención van a permitir que una simple pausa de distensión, sea un espacio de mejora y bienestar.
La práctica de la pausa en el ámbito educativo ofrece al alumno estos beneficios, igual o mejor que en el adulto y además permite integrar en su vida, esta herramienta de bienestar para que sea algo que forme parte de su vida para cualquier ámbito, evitando muchas veces llegar a estados en los que con estas herramientas quizás se podría haber evitado.
Para lograr estos objetivos es importante tener en cuenta dos factores, el tiempo y la acción a realizar.
El tiempo que le podemos dedicar a las pausas (obviando las pausas propias educativas como recreos etc.,) va a estar determinado por la edad del alumnado. En general cuanto mayores son, menor es el margen de tiempo disponible para estas paradas.
Estaríamos entre 10 minutos para infantil y primaria hasta los 4-5 minutos en Educación Secundaria.
Por otro lado sería importante que la pausa estaría programada, en un momento determinado, para que el alumno adquiera esa rutina y normalice la actividad y también podamos integrar las herramientas de manera natural. No obstante cualquier momento es susceptible de realizar una pausa y será la experiencia del docente la que determine esos espacios excepcionales.
La acción a realizar va a ser clave para el aprovechamiento de este tiempo. En la pausa es cuando las herramientas del yoga tienen que adaptarse al tiempo que tenemos y a las necesidades de nuestro alumnado.
Por ello estas pausas tienen que disponer de una flexibilidad en cuanto a herramientas logrando, en cada clase y momento lo que mejor vaya con el momento presente. En ocasiones necesitaremos utilizar la relajación y en otros técnicas del manejo de la atención.
En algunas clases podremos activar a la clase mediante el yoga físico y en otras utilizar una herramienta más lúdica como una danza o un mantra para distender la tensión o quizás mezclar y crear nuestras propias recetas.
Como profesores de yoga, transmitir al profesorado la importancia de estas paradas, los beneficios que reportan para ellas y sus alumnos va a ser clave para que la futura sociedad crezca con unas herramientas valiosas para su bienestar y autoconocimiento. Con esto mejoraremos el clima de clase, mejoraremos el aprendizaje y mejoraremos la calidad de vida de alumnos y docentes, en definitiva el presente y el futuro mejor, pasan por aprender a parar.
Kavi, Formador de Mahashakti