CÓMO TRANSMITIR EL YOGA EN EL AULA
Como hemos comentado en anteriores entradas, si queremos que el yoga entre en las aulas, es imprescindible que realicemos una transformación pedagógica y empecemos a utilizar un lenguaje más accesible. Debemos tener presente en todo momento que la terminología y la simbología del yoga pueden resultar complicadas y ajenas para muchas personas, llegando incluso a producir rechazo.
Esto quiere decir que, si esperamos que el sánscrito de los asanas y los mantras o determinados mudras, entren a las clases ordinarias desde el primer día, es probable que nos encontremos con una falta de entendimiento que puede condicionar nuestra enseñanza.
Por ello, uno de nuestros trabajos principales será el de simplificar, hacer accesibles y sencillas las herramientas, facilitar su acceso y adaptación. ¿Cómo empezar? Lo idóneo es comenzar hablando de las diferentes herramientas del yoga, clasificándolas en función de un lenguaje y una relación lógica. Esto favorecerá la comprensión y el interés hacia estas herramientas y una posterior apertura hacia otros aspectos del yoga.
La clasificación que proponemos está basada en cuatro escuelas. La primera escuela que trabajamos en yoga aulas es la Escuela de Respiración.
El pranayama va a ser fundamental en nuestra práctica y ya existe un reconocimiento social al respecto. Es decir, la mayoría de la gente ya conoce el vínculo que hay entre la respiración y el bienestar general del cuerpo y de la mente. Es posible que muchos lo hayan experimentado de primera mano y, por tanto, estén abiertos a ello
Si os fijáis, aquí encontramos un claro ejemplo de la importancia del lenguaje. Si presentamos una unidad didáctica de Raja Pranayama, seguramente generemos cierta inseguridad entre el alumnado y el profesorado. Sin embargo, si empezamos hablándoles de la respiración, y de sus mecanismos fisiológicos y biológicos, podemos entrar a practicar los diferentes pranayamas sin ningún problema, y luego ir introduciendo terminologías y pautas más “yóguicas”.
La siguiente escuela es la Escuela de Yoga Físico. Esta escuela va a incorporar todas las prácticas relacionadas con el movimiento corporal, asana, danza, activaciones…
De nuevo, nos encontramos con la necesidad de adaptar el asana o hatha yoga al entorno educativo. Tanto los nombres de los asanas como el de muchas técnicas se adecuarán al entorno de manera que sean atractivos y comprensibles.
La tercera escuela será la Escuela de Relajación. Ésta es, sin duda, la más sencilla de integrar, ya que es un ámbito que se viene trabajando en centros educativos desde otras perspectivas y que podemos enriquecer, y mucho, aportando herramientas valiosas del yoga en este aspecto tan necesario en las aulas.
La cuarta y última escuela es la Escuela de Atención. Aquí incorporamos las diferentes técnicas de meditación adaptadas al aula.
La palabra meditación está cargada de múltiples connotaciones religiosas, esotéricas, etc. Esto hace que muchas veces se tienda a apartar de los centros educativos. Sin embargo, cuando empezamos a hablar del cultivo de la atención la cosa cambia y, de este modo, el trabajo meditativo puede ir entrando de manera progresiva en las aulas. Así, podemos conseguir que toda la comunidad educativa vaya experimentando e integrando sus muchos beneficios.
Estas cuatro escuelas van a ser los ejes vertebradores que van a ayudarnos a incorporar las diversas herramientas del yoga en las aulas, y van a facilitar un acceso mucho más sencillo y versátil a los docentes y alumnos, en función de sus necesidades y sensibilidades. Esperamos que el presente artículo os haya servido de guía para saber cómo presentar vuestros proyectos de yoga en los centros educativos.
Kavi, Formador de la Escuela Mahashakti