SABER HACER Y SABER ENSEÑAR
“El docente de Yoga Integral, además de poseer una base pedagógica consistente, ha de seguir, tanto como pueda, el método del Maestro que está dentro de sí” – Sri Aurobindo –
Para ser una buena profesora de yoga es imprescindible ser una buena yoguini, una buena practicante. Mantener una Sadhana comprometida y regular, además de permitirnos avanzar en nuestro camino personal nos dará fuerza y presencia a la hora de compartir con nuestros alumnos.
No obstante, ser yogui o yoguini, aun llevando muchos años con una práctica seria, no significa que estemos habilitados para ser unos buenos profesores de yoga. Además de practicantes comprometidos tenemos que incorporar y desarrollar distintas herramientas que nos faciliten compartir el yoga de manera profesional.
Desde la Escuela Mahashakti, consideramos que las habilidades y los recursos pedagógicos tienen que estar adaptados al contexto actual en el que vivimos y lo suficientemente integrados en el docente para que la transmisión de la enseñanza sea óptima.
¿Qué aspectos y habilidades pedagógicas necesitamos para transmitir el yoga?
Insistimos que todo deber partir de una adecuada práctica personal, una vez dejado esto claro compartimos una serie de recursos imprescindibles para ser un buen docente de yoga:
Un Yoga que encaje con el docente
Parece de perogrullo, pero no estamos simplemente transmitiendo unos datos o información con otras personas, estamos compartiendo un camino que nos puede cambiar la vida profundamente. Para nosotras la enseñanza del yoga tiene que inspirarnos y aportarnos lo que cada una de nosotras necesitamos para desarrollar una vida plena, auténtica y gozosa. Cada persona es única, todos los yogas no son para todas las personas, cada una tenemos que ver qué yoga encaja con nuestra sensibilidad y aspiración. Si tenemos detectado nuestro yoga podremos transmitirlo desde nuestra experiencia y devoción, por lo que el alcance será hondo y su potencial transformador mucho mayor.
Versatilidad de recursos
Estos momentos que nos está tocando vivir se caracterizan por el cambio continuo. El aburrimiento se ha convertido en algo a evitar y gran parte de la sociedad necesita mucha variabilidad de estímulos para sentir que lo que percibe es adecuado. Esto ha llegado también al yoga. Las propuestas de yoga clásicas, en las que, por ejemplo, un yogui hacía un único pranayama y poco más, durante bastantes años, no encajarían en el siglo XXI.
Sin alimentar esta tendencia al cambio permanente, pero sin perderla de vista, es importante a la hora de ofrecer clases de yoga contar con versatilidad de recursos para que los alumnos perciban variedad y estimulación suficientes.
Una clase de Yoga Integral se compone de 7 partes: Activación, Surya Namaskar, Secuencia de Asana, Relajación, Pranyama y Kriya, Meditación y Enseñanza Filosófica. Deberemos contar con abundantes recursos para ofrecer una enseñanza rica y consistente.
Habilidades comunicativas
Además de haber practicado e integrado suficientemente una variedad de herramientas yóguicas, tendremos que desarrollar aptitudes de comunicación para compartirlos. Tanto nuestro discurso como nuestra comunicación no verbal será observada, estudiada y adecuada para llegar de la mejor manera posible al alumnado.
Nuestras palabras transmiten, pero también nuestra postura corporal y los gestos que hagamos con la cara, brazos y manos. Desarrollar una buena comunicación requerirá de ensayo y práctica, y sobre todo de mucha autoconciencia y capacidad de mejora. Así mismo deberemos aprender a proyectar la voz de tal manera que se nos escuche en toda la sala cuando esta sea grande.
Ubicación y gestión del tiempo
El lugar donde nos coloquemos en la sala será importante. Hay salas de yoga cuya forma facilita esto último, otros espacios con formas irregulares y columnas nos llevan a estudiar este aspecto. Nuestro objetivo a este respecto es poder ver fácilmente a todos los alumnos así como la puerta de la sala.
Como hemos comentado las clases de yoga integral cuentan con 7 partes. Tendremos que hacer una gestión eficiente de los tiempos para que cada sección tenga sentido, pueda ser integrada por los alumnos y prepare la siguiente parte de la sesión. Esto nos obligará a conocer muy bien las muchas herramientas que componen las distintas partes
Programar un curso
Algo que algunos de nosotros encontramos cuando acudimos a nuestras primeras clases de yoga fue la ausencia de un programa o de una estructura. Asistías al principio del curso, septiembre u octubre, y según iban pasando los meses no percibías ni un hilo conductor ni un proceso evolutivo para integrar la enseñanza recibida. La sensación que teníamos muchos practicantes de yoga era que cada día el profesor/a compartía una sesión que podía o no tener que ver con todo lo anterior. El resultado del proceso es que llegaban los meses de verano, se interrumpían las clases y aunque quisieras no sabías como practicar por tus propios medios.
Consideramos imprescindible que cuando ofrezcamos clases de yoga lo hagamos siguiendo un programa para que la alumna, además de recibir una enseñanza, la integre. Esto último es de vital importancia para nosotras, la integración. El yoga funciona según se va integrando, de lo contrario, perderemos autonomía a la hora de practicar, y el cambio interno que se producirá será menos relevante.
Dicho programa estará enmarcado por los objetivos inmediatos, a medio y a largo plazo que nos hayamos propuesto. Debemos tener claro que queremos transmitir a los alumnos y cómo vamos a evaluarlo. Todo esto permitirá ofrecer una enseñanza más compacta y permitirá al docente tener una visión más objetiva del nivel de integración de la misma.
El método pedagógico y la inspiración
Todo lo anterior, un yoga adecuado con la sensibilidad del docente, versatilidad de recursos, habilidades comunicativas y programar un curso llegará a buen puerto si es transmitido a través de un método.
El método, para que funcione, tendrá que estar suficientemente integrado por el docente, tener una visión global y una lógica relacional de las distintas partes de la enseñanza y ofrecer una estructura ordenada que facilite su transmisión.
Pero además de un método global de toda la enseñanza, cada una de las partes de la misma (Activación, Surya Namaskar, Asana, Relajación, Pranayama y Kriya, Meditación y Enseñanza) deberá tener su propio método, con su estructura, objetivos e indicadores de medición. Esto nos permitirá transmitir las distintas partes de la enseñanza y además habrá una relación sinérgica entre ellas.
No obstante, y recuperando la frase de Sri Aurobindo del comienzo del texto, este método nos aportará una guía, pero con la suficiente flexibilidad para poder encajar la inspiración que sintamos cuando estamos delante de los alumnos.
La estructura y el método pedagógico deberán poder dar cabida a la intuición cuando esta aparezca. La improvisación luminosa que se da cuando nos encontramos con apertura y receptividad, debe poder expresarse. El justo equilibrio entre una sólida estructura metodológica y la inspiración surgida de lo profundo, convertirá nuestras clases en espacios para la transformación interior y la comprensión del proceso que es el yoga.