ENTENDER EL DOLOR Y EL PLACER
El dolor forma parte de la vida, con frecuencia temerosos del dolor o apegados a él, lo convertimos en sufrimiento, y es que desconocemos que utilidad puede tener, nos cuesta mirar al dolor desapasionadamente verlo como un elemento de evolución, por eso he elegido este extracto del libro : “Introducción al Yoga” de Annie Besant, en el que explica (según su visión) la funciones del dolor y del placer.
Savitri, Formadora de la Escuela
“Cuando el pacífico, feliz, ensoñador y ensimismado Yo tropieza con la oleada de dolor, entonces despierta y exclama: ¿Qué es esto tan contrario, antagónico y repulsivo en mi naturaleza? El obstáculo le pone en contacto con el mundo exterior que le rodea.
Por esto en la psicología del Yoga, basada siempre en el final análisis de los hechos de la naturaleza, el dolor es el más importante elemento en el conocimiento del Yo, pues lo distinto al Yo es lo que mayormente espolea su actividad.
Así vemos que cuando Patanjali trata del dolor, dice que el receptáculo kármico, el cuerpo causal, en el que se almacenan las semillas del karma, está constituido por experiencias dolorosas.
Guiados por esta idea llegamos al capital concepto de que la primera función del dolor en el universo es despertar al Yo para que penetre en el mundo exterior y evoque su aspecto de actividad.
La segunda función del dolor es organizar los vehículos. El dolor provoca los esfuerzos del ser humano, y por estos esfuerzos se va organizando gradualmente la materia de sus vehículos. Para vigorizar y organizar los músculos es necesario ejercitarlos por medio del esfuerzo, a fin de que fluya por ellos la vida y se fortalezcan. El dolor es necesario para que el Yo vigorice sus vehículos por medio de esfuerzos que los desarrollen y organicen. Así el dolor no solo despierta la conciencia, si no que organiza los vehículos.
La tercera función del dolor es que purifica. Todos repugnamos lo que nos causa el dolor porque es contrario a nuestra propia naturaleza, y así el dolor elimina de los vehículos todo cuanto se opone a la feliz naturaleza del Yo. Poco a poco se van purificando los vehículos por el sufrimiento, y de este modo nos ponemos en disposición de conocer el Yo.
La cuarta lección del dolor es que alecciona. Las más provechosas lecciones de la vida las da el dolor y no el placer. Cuando llega la vejez y se echa una mirada al pasado con sus tribulaciones y angustias, sus dificultades y esfuerzos, se ve lo mucho que enseña el dolor. De la vida pasada es posible borrar sin resquemor todo cuanto nos dio placer y dicha, pero no borraría yo dolor alguno porque el dolor es maestro de sabiduría.
La quinta función del dolor es que confiere poder. Eduardo Carpenter, en su magnífica poesía: El hombre y Satanás, después de escribir las luchas y desastres, dice: “Todo dolor que sufrí en un cuerpo, se convirtió en un poder al actuar en el siguiente”. El poder es la transmutación del dolor.
De aquí que el ser humano prudente, si conoce estas cosas, no rehúye el dolor, porque entraña purificación, sabiduría y poder.
Dicho esto: Si tan valioso es el dolor, ¿por qué buscamos el placer?
Por que del placer proviene la iluminación y capacita al Yo para manifestarse. El placer armoniza los vehículos del Yo y todos vibran al unísono, rítmicamente, y no en confusa entremezcla como en el dolor, y estas rítmicas vibraciones determinan la expansión o explaye del Yo y conducen a la iluminación o conocimiento del Yo.
Así vemos que el placer desempeña una capital función porque es de la peculiar naturaleza del Yo y al Yo pertenece. Cuando el placer armoniza desde el ser exterior los vehículos del Yo, lo capacita principalmente para manifestarse en la personalidad, y por esto la felicidad es el requisito de la iluminación.”