MEDITACIÓN
TRES CLAVES PARA INTEGRARLA EN TU VIDA
La meditación es la “joya del yoga” en cuanto a la capacidad transformadora de esta herramienta, aunque no siempre es fácil integrarla en nuestra vida. Tener presente aquello que nos motiva, querer –de verdad– establecer la paz en nosotras y disponer de un método adecuado, van a ser tres elementos clave que, con toda certeza, nos llevarán mucho más lejos en este extraordinario sendero.
Los beneficios de la meditación son múltiples, algunos de ellos los experimentarnos incluso en los primeros acercamientos a la práctica, generalmente a través de diferentes matices de lo que podemos englobar como “bienestar”. Nos ayuda a conocernos mejor, a establecer un nivel de calma mayor y a aprender a mover nuestra atención a voluntad. Siendo algo que se practica sin movimiento, con los ojos cerrados, y en posición sentada, parece a priori, que debería ser muy fácil integrarlo en nuestra vida. No obstante, un gran número de personas no consiguen establecer una rutina meditativa lo suficientemente estable para que los beneficios se integren en mayor profundidad, generándose una especie de “enfriamiento” con respecto al entusiasmo inicial para con este recurso.
No hay nada que perdure en nuestra vida y que nos acerque a la felicidad que pueda ser realizado sin motivación. Sin este elemento, sólo por auto-imposición, es seguro que fracasaremos en este empeño, por eso es la primera de las claves. Seguramente tengamos claro cuáles son nuestras motivaciones para sentarnos a meditar, pero traerlas al frente, ser conscientes de ellas cuando nos disponemos a hacerlo, es un elemento esencial para atravesar los obstáculos con los que nos podemos encontrar, como la pereza, el sentimiento de estar tan ocupado que no podemos pararnos a meditar, las pequeñas –o grandes- quejas del cuerpo físico, abrumadoras experiencias de agitación al cerrar los ojos, y un largo etcétera que la mayoría tenemos que superar y que con toda certeza, la motivación, va a ser la fuerza que nos sostenga y despeje todas las dudas.
La segunda de las claves es el conectar con un fuerte deseo de querer la paz. No estoy hablando de esos bellos sentimientos altruistas acerca de la paz en el mundo o la ausencia de conflictos, sino de establecer la paz como una prioridad en nuestra escala de valores vital. Si en mi escala de valores la paz está en un lugar preferente, quizá me replantee ciertos hábitos que me agitan o me alteran o me alejan de ella. Cada una/o sabe, cuáles pueden ser esos elementos. Observar si la música que escuchamos nos acerca a la paz o no, si las películas que vemos nos llevan a un estado de calma o no, los lugares que frecuentamos, las personas con las que nos relacionamos, los alimentos o bebidas que tomamos, los pensamientos que consentimos dentro, y una larga lista de elementos sobre los que está en nuestra mano incidir, retirándolos en algunos casos, o variando y ajustando nuestra forma de relacionarnos con ellos en otros. No quiero decir que tengamos que tener todo resuelto para poder sentarnos a meditar, todo lo contrario, la meditación nos va a ayudar a ir resolviéndolo poco a poco, pero si hay pequeñas cosas en las que podemos incidir y facilitarnos ese camino, seguro que llegaremos mucho más lejos.
Si tenemos presente la motivación y alcanzar un estado de paz está en un lugar preferente de nuestras prioridades vitales, y aun así, no terminamos de “engancharnos” –positivamente hablando- a la meditación, entontes nos tendríamos que replantear si hemos dado con el método adecuado para nosotros. Esta va a ser la tercera clave. La mayoría de metodologías meditativas que han tomado forma en occidente en los últimos tiempos están basadas en técnicas –o ausencia de las mismas- formuladas y experimentadas por personas que desarrollaban su vida en un ámbito muy diferente al de las personas que vivimos en la actualidad con responsabilidades familiares, sociales, políticas y administrativas. Tal y como vivimos hoy día, es fundamental una metodología que nos aporte orden, que sea clara, concreta y versátil, y sobretodo que nos facilite mejorar nuestra gestión de la atención.
Es imprescindible dar con un método útil a nivel práctico, pero más importante todavía si queremos llamarlo meditación, es que además, nos facilite aprender a relacionarnos con nuestra interioridad luminosa, y a establecer un vínculo con ella que nos inspire desde dentro para dar los pasos en nuestra vida que nos acerquen cada vez con más certeza a la plenitud. Si nos concedemos esta posibilidad, y tenemos en cuenta estas tres claves, seguramente consigamos desactivar muchas de las resistencias internas que nos encontramos a la hora de hacer ese pequeño esfuerzo que es sentarse a meditar, y con él, dar un paso que puede transformar totalmente nuestra vida.
Autora: Thaarna, Formadora de profesores de yoga integral en la Escuela Mahashakti.