Poema Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh (1926-2022) fue un monje budista vietnamita, maestro Zen, poeta y activista por la paz. Fundador del movimiento “budismo comprometido”, promovió la atención plena y la meditación como herramientas para la paz interior y social. Vivió gran parte de su vida en el exilio y estableció la comunidad de Plum Village en Francia.
Autor de numerosos libros, sus enseñanzas combinan la práctica budista con el compromiso social. En las siguientes líneas compartimos un poema en el que expresa con gran belleza una mirada ecuánime de la vida.
Llámame por mis verdaderos nombres
No digas que partiré mañana
porque todavía estoy llegando.
Mira profundamente:
llego a cada instante
para ser el brote de una rama de primavera,
para ser un pequeño pájaro de alas aún frágiles
que aprende a cantar en su nuevo nido,
para ser oruga en el corazón de una flor,
para ser una piedra preciosa escondida en una roca.
Todavía estoy llegando
para reír y llorar,
para temer y esperar,
pues el ritmo de mi corazón
es el nacimiento y la muerte
de todo lo que vive.
Soy el efímero insecto en metamorfosis
sobre la superficie del río,
y soy el pájaro que cuando llega la primavera
llega a tiempo para devorar este insecto.
Soy una rana que nada feliz
en el agua clara de un estanque,
y soy la culebra que se acerca sigilosa
para alimentarse de la rana.
Soy el niño de Uganda, todo piel y huesos,
con piernas delgadas como cañas de bambú,
y soy el comerciante de armas
que vende armas mortales a Uganda.
Soy la niña de 12 años refugiada
en un pequeño bote, que se arroja al mar
tras haber sido violada por un pirata,
y soy el pirata
cuyo corazón es incapaz de amar.
Soy el miembro del Politburó
con todo el poder en mis manos,
y soy el hombre que ha de pagar
su deuda de sangre a mi pueblo,
muriendo lentamente
en un campo de concentración.
Mi alegría es como la primavera,
tan cálida que abre las flores de toda la Tierra.
mi dolor es como un rio de lágrimas,
tan desbordante que llena todos los Océanos.
Llámame por mis verdaderos nombres
para poder oír al mismo tiempo mis llantos y mis risas,
para poder ver que mi dolor y mi alegría son la misma cosa.
Por favor, llámame por mis verdaderos nombres
para que pueda despertar
y quede abierta la puerta de mi corazón,
la puerta de la compasión.