LA EDUCACIÓN INTEGRAL EN LA INFANCIA
La definición de la palabra educar según la RAE es dirigir, encaminar, doctrinar. También desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de un niño/a o joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplo… no deberíamos asumir que sea solo adquirir conocimientos académicos, aunque a día de hoy se siga valorando mucho este ámbito, es bien cierto que se está transformando y creando un nuevo paradigma.
Como adultas, podemos mostrar un camino a la infancia, plantarles una semilla, aportarles unos valores pero, desde mi punto de vista, el educar a las niñas y niños no implica tener que dar respuestas correctas, pues ni nosotras mismas sabemos cuáles son, con los años seguimos aprendiendo y evolucionando, pero sí podemos crear un ambiente protegido y un entorno alentador donde se sientan seguras para explorarse, conocerse y expresarse libremente, aprender sobre sí mismos/as y sobre las relaciones con los demás, construyendo y desarrollando con esto su personalidad y sus capacidades para que se sientan libres y empoderadas en su proceso vital.
El Yoga integral para la infancia y adolescencia tiene como objetivo que se reconozcan y expresen en toda su esencia, a nivel físico, emocional, mental y espiritual. Y, como adultas, comprender y poder aportar una educación a la infancia en cada uno de estos cuatro niveles es básico. Diferenciamos:
El cuerpo físico
su cometido es la acción y es el soporte material de los otros cuerpos. La educación del cuerpo físico ha de estar basada en un conocimiento y respeto a las etapas de desarrollo, además de tener en cuenta la individualidad y ritmo de cada niño/a. La educación del cuerpo físico ha de prolongarse durante toda la vida, ya que es un instrumento moldeado por los hábitos y necesita que le ofrezcamos unas buenas costumbres diarias que le ayuden a mantenerse saludable, armónico, flexible y fuerte.
A la hora de impartir la educación del cuerpo físico es importante tener en cuenta los principios de progresión, consciencia y respeto, es decir, se irá profundizando progresivamente y aumentando en complejidad. Primará la conciencia en el ejercicio realizado, más que en el resultado.
El cuerpo vital
El nivel emocional como la energía que se manifiesta en nuestro interior como reacción a una información recibida, bien sea interna o externamente. Que la infancia reconozca sus emociones y pueda expresarlas es imprescindible en su evolución.
El cuerpo mental
La dimensión mental, sede del intelecto, tiene la función de conocer y también de gestionar las otras dos dimensiones. El cuerpo mental, es el más complejo de los tres y su naturaleza es la de conocer, discernir, crear, etc. Está constituido por el intelecto. Sus capacidades son la razón, la memoria, la lógica, intuición, creatividad, etc., que nos ayudan a entender lo que somos y a relacionarnos con el medio externo.
La parte espiritual
El cuerpo espiritual o trascendente, cuando iniciamos un camino de transformación personal, en general, buscamos realizarnos en un propósito que va más allá de los objetivos que natura tiene programados para nosotros/as. Cuando empezamos a tomar consciencia del potencial que los niños y niñas albergan dentro y creamos condiciones para que tengan conexión con esta parte, estamos dándoles el mejor regalo de todos, que se empoderen y se sientan libres de ser quienes son, sin juzgarse.
Debemos tener en cuenta que no se trata de una suma cuantitativa de estas partes sino de una integración e interrelación de las mismas desde su unidad, proporcionando un desarrollo holístico y armónico.
Podemos considerar que educar a la infancia es una apuesta personal para ayudar a que los niños y niñas puedan ser más felices y encontrarse en paz consigo, podemos construir los cimientos de un mundo mejor, un mundo donde se habla el lenguaje del amor, el respeto, la compasión, la solidaridad,…podemos seguir sembrando semillas en sus corazones.