EL FUTURO DEL YOGA
Si de algo nos tienen que servir estos meses que hemos vivido es de reflexión. Hemos estado confinados muchas semanas, y eso nos ha dado tiempo para pensar, para revisar nuestra lista de valores, y para ver con claridad cómo estábamos viviendo, hacia dónde estábamos encaminando nuestra vida. Muchas personas habrán observado, con gusto, que estaban bien, que, antes de que esto saltara, se encontraban en un buen momento personal y profesional. Pero también, nos consta, habrá gente que se haya removido, que se haya mirado, desde la distancia, y haya visto ciertas sombras y parcelas a mejorar.
Con la vuelta a lo cotidiano, es fácil volver a caer en la tentación de las prisas, del día a día, y que lo urgente se vuelta a anteponer a lo importante. Para que estas semanas de confinamiento no hayan sido en balde, es necesario que recojamos todo lo que hemos aprendido.
Por ejemplo, puede que nos hayamos dado cuenta de que no estamos del todo satisfechos con el plano laboral. Quizás llevemos muchos años trabajando en algo que no nos estimula, sólo por el temor a lanzar nuestro propio proyecto y arriesgar. O quizás no, quizás nos dedicamos a lo que nos gusta, somos profesores de yoga, por ejemplo, pero necesitamos hacer ciertos cambios como: abrirnos una página web, reforzar nuestra presencia en redes sociales, reciclar nuestros conocimientos, ahondar en el trabajo meditativo, volver a leer textos clásicos para extraer enseñanzas, etc. Y no basta sólo con hacer una lista mental de todo, sino que es conveniente apuntarlo, escribirlo, para ponerle orden y verlo en el papel.
Lo que está claro es que estos tiempos han venido sobre todo para que repensemos nuestra manera de ser, de mostrarnos y de estar en el mundo. Podemos tomarlo como una oportunidad, un punto de inflexión completamente gratuito y regalado, una bendición para que, por fin, podamos empezar a vivir más conscientes.
En todo caso lo importante, dadas las circunstancias, es mantenerse con el ánimo arriba, enfocarse en la posibilidad y en la luz, posicionarse decididamente en el camino del coraje, la valentía y el amor. Porque es muy fácil ahora dejarse atrapar por el miedo, la incertidumbre, o la ansiedad por lo que aún no ha venido y creemos que vendrá.
Todas las personas que nos dedicamos al Yoga, por ejemplo, todas las que hemos escogido esta vía como brújula de viaje y como profesión, y todas las que aún están indecisas, pero les llama, tenemos dos opciones. O entrar en pánico, lo cual no serviría de nada, o reafirmarnos. Apostar por esto, confiar en que el Yoga, y la espiritualidad en general, van a ser cada vez más necesarios y demandados por la sociedad. Porque, en el fondo, esto no ha hecho más que empezar. Personas que, hasta la fecha, no se habían interesado en este ámbito de la realidad, personas que habían enfocado su vida de otra manera, y habían dado más peso a lo material, van a empezar a despertar después de ésta.
Estamos seguros de que van a empezar a darle más peso a lo afectivo y lo intangible, y van a sentir la necesidad de meditar, de hallar espacios de silencio, soledad y recogimiento en el marco de su agenda.
Confiamos en que muchas de ellas van a acercarse, por primera vez, a las clases de Yoga, a preguntar, e incluso van a atreverse a dar el salto y apuntarse a una Formación para profesores de Yoga. Y no necesariamente tienen por qué querer dedicarse al Yoga a nivel profesional, siempre va a haber gente que se forme sencillamente para su propio desarrollo.
Así que no hay motivo para el miedo. Quienes estamos en el Yoga tenemos, más que nunca, mucho que aportar. La sociedad está cambiando, y el mundo se está preparando para el siguiente nivel. Ayudemos, con nuestro trabajo, a una humanidad más sabia y consciente. Sigamos practicando, con ahínco, para inspirar a otras personas. Pongamos todo de nuestra parte para que el verdadero Yoga, el que transforma, llegue a todos los seres que así lo quieran.
Om shanti,
Nuria, Formadora auxiliar