REALIZARNOS Y COMPARTIR
En números anteriores hemos definido el Yoga como un método que nos acerca hasta las puertas de nuestro corazón para que, si queremos entrar, nos sintamos inspirados a descubrir Su propósito y realizarlo. Esta realización fue la motivación de los Yoguis de antaño. La búsqueda de la felicidad, la plenitud y la transcendencia del sufrimiento. Samadhi, la experiencia espiritual o la unión con la Divinidad sería, pues, la finalidad del Yoga.
Observemos que todos estos objetivos tienen una cosa en común, y es que esta realización está relacionada exclusivamente con lo individual, pero ¿se creó el Yoga sólo para esa ansiada realización personal? o ¿Puede aportarnos algo más que esto?
Decía un gran Yogui de mediados del siglo XIX llamado Ramakrishna, cuando le preguntaban acerca de la felicidad, “que él no podía alcanzar la plenitud hasta que no fuese feliz la persona más desgraciada de la tierra”. Ciertamente la sensibilidad de Ramakrishna nos invita a reflexionar acerca de la compasión y el luminoso principio de la solidaridad.
Hagámonos, pues, la siguiente pregunta y escuchemos la respuesta dentro ¿Podemos sentirnos plenos mientras los demás están sufriendo?
Sri Aurobindo, inspirador del Yoga Integral afirmaba que “el Yoga no es solamente un instrumento para la realización personal sino para la emancipación de todo el género humano”. No podemos obviar que estamos conectados con el resto de la humanidad, nuestros hermanos/as, ejercemos una gran influencia los unos sobre los otros, directa o indirectamente, tanto en lo luminoso como en lo miserable.
Aceptemos pues que esa idea ancestral del Yoga clásico que busca exclusivamente la realización individual ha de ser actualizada, ya que sabemos ahora que nuestra felicidad pasa por la de los demás.
El Alma, ese principio Divino del que todos los seres humanos somos portadores, encarna con un doble propósito: realizarse y compartirse. Realizarse para compartir con los otros esa Luz, belleza y bien de la que es poseedora y que surge como consecuencia de nuestro trabajo personal. Es ahora, en estos momentos difíciles, donde los Yoguis y practicantes en general podemos aportar un poquito de Luz y Esperanza a nuestro entorno agobiado por la incertidumbre y el miedo al devenir. Compartamos, pues, esa Paz que nos aporta la práctica del Yoga y desde la calma transmitamos, aunque sea solo con nuestra presencia y sin palabras, esa luminosa hermosura de la que, os aseguro, está constituido nuestro corazón. Deseo que esta publicación de abril, que con tanto cariño hemos editado, os inspire en ese compartir y os acerque, desde el amor, a los vuestros.
Saranagati Das, Director de la Escuela Mahashakti
Me ha gustado la idea expuesta, el Yoga no puede ser egoista, gracias
Gracias Jesús por tu comentario. Un abrazo fuerte!
Hermoso y sí, muy inspirador. Muchas gracias SaranagatiDas
Gracias a ti, Laia, por tu comentario. Om shanti!
Puedo disfrutar y que resuenen todas las publicaciones de la revista. Necesarios y fructíferos días de vacaciones.
Trabajamos para los demás y hacia afuera, guiados por nuestra maestra interior.
Gracias
Luz y amor
Om shanti