SANTA TERESA DE JESÚS
Teresa de Jesús nace el 28 de marzo de 1515, en Ávila, en el seno de una familia pudiente y numerosa. Nada menos que 10 hermanos y 2 hermanastros. Su padre se llamaba Don Alonso Sánchez de Cepeda y su madre Doña Beatriz de Ahumada.
A los 3 años muestra ya un interés especial por la vida de los santos y las gestas de la época, admira tanto a los héroes del momento que, recién cumplidos los 6 años, intenta fugarse con uno de sus hermanos para entregarse como mártir cristiana a los musulmanes. Su intento es frustrado por sus progenitores, que la pillan queriendo escaparse por las murallas de la ciudad. Aun así, ella sigue fantaseando con los libros y las historias épicas.
Su madre muera cuando ella tenía apenas 13 años. Es entonces cuando Teresa pide a la Virgen que la adopte como su hija. Su padre, aunque era reticente a internarla en un convento, acaba cediendo, por miedo a que la niña termine cayendo en los brazos su primo, que estaba intentando engatusarla. Así, en 1531 empieza a vivir en el colegio de Gracia, dirigido por las agustinas.
Allí van pasando los años. Teresa se encuentra dividida entre dos mundos. Por un lado, está la vida devota y religiosa que lleva en el convento. Por otro, todo lo que ocurre más allá de las paredes del colegio, todo lo que recuerda de los libros y las gestas que leía, todo lo que le cuentan sus hermanos. Sin embargo, cuando su íntima amiga ingresa en el convento de La Encarnación, Teresa siente un impulso renovado de entregarse a Dios y sella sus votos en 1535.
Dos años después, queda presa de una terrible enfermedad. Su padre la saca de La Encarnación para atenderla en casa y que la joven pueda recibir los cuidados médicos adecuados.
Sin embargo, las secuelas son bastante fuertes y Teresa tarda en recuperarse del todo y empezar de nuevo a valerse por sí misma. En 1544 muere su querido padre, que tanto la había cuidado.
A los 39 años, cuando llevaba ya 19 años como religiosa, Teresa se encontraba tan bien en el convento, tan cómoda, que se siente hasta culpable. En un momento dado, acude al Cristo que había colgado en la capilla del monasterio y empieza a llorar.
Allí, arrodillada frente a la figura, empieza a tener visiones místicas recurrentes. La visión que acaba cogiendo más fuerza está relacionada con el infierno. Es tan nítida, tan potente, tan intensa, que la joven se aferra aún más a su vocación y a la disciplina religiosa. De este modo, siente la llamada a reformar el Carmelo y establece su primera fundación, aunque no sin muchos altibajos.
El monasterio de San José de Ávila termina de construirse en agosto de 1562, con la aprobación del Papa. Sin embargo, una parte importante del pueblo y de la Iglesia no creen en la autoridad de la Santa para dirigir el lugar, y la boicotean hasta que consiguen echarla de nuevo a La Encarnación, su anterior convento.
Ocurren todo tipo de desgracias y vapuleos hasta que, finalmente, Teresa escucha claramente el mensaje de la Virgen diciendo: “espera un poco hija, y verás grandes cosas”. Las palabras se cumplen a pedir de boca, porque pronto empiezan a aparecer sincronicidades y facilidades para fundar nuevos conventos y escribir sus libros.
En total, consiguió construir 17 conventos hasta el año de su muerte. En relación a los libros, hay que decir que Teresa nunca tuvo mucho interés en escribir, a ella le gustaba la correspondencia, sobre todo. Sin embargo, sus superioras insistieron mucho en que debía recoger por escrito todas sus enseñanzas y así lo hizo, con mucho esfuerzo y resignación. Algunas de sus obras fueron quemadas por ella misma, por temor a la Inquisición.
En el siglo XVII es beatificada y canonizada. Se convierte así en la primera mujer doctora de la Iglesia. Después se sumarían otras dos: Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.
Nuria, Formadora Auxiliar de la Escuela