ANANDAMAJI MA
Considerada la santa hindú más importante del siglo XX, Nirmala (más adelante Sri Anandamayi Ma) nació el 30 de abril de 1896 en Kheora, Bengala, una diminuta aldea bengalí, en una familia de la casta brahmánica muy piadosa. Se crio en un ambiente de extremada sencillez, casi rozando la pobreza, y apenas asistió a la escuela. Sus familiares sentían cierta preocupación por la niña, pues no parecía molestarse por nada y tampoco mostraba excesivo interés por los acontecimientos terrenales.
En general, sonreía y caminaba como si la vida no fuera con ella. En una ocasión, su madre enfermó gravemente y ella no pareció inmutarse, lo que fue motivo de discusiones. Algunos parientes, a consecuencia de esto, empezaron a dudar de su capacidad intelectual.
Siguiendo la tradición de la época y el país, contrajo matrimonio a los 13 años y a los 18 se fue a vivir con su marido, Ramani Mohan, dejando la casa familiar. El matrimonio, tal y como se cuenta, era célibe. El esposo tenía hacia ella un sentimiento de veneración más que de atracción física. Curiosamente, su marido fue la primera persona que se percató del elevado misticismo de su esposa, fue el primero en confiar en ella y en hacerse su discípulo. Poco después de que esto sucediera, empezaron a aparecer más interesados en la presencia de la santa y más seguidores y discípulos.
Aunque ella apenas hablaba, su magnetismo era tal que cada vez más devotos acudían a su casa en busca de inspiración y calma. En seguida comenzaron a llamarla “Anandamayi Ma”, algo así como “Madre rodeada de dicha”.
En 1924, el matrimonio se mudó a Daca y ella entro en sus primeros éxtasis públicos. Se dice que alcanzó la iluminación sin gurú, sin haber tenido acceso a los textos sagrados y sin haber estudiado nada relacionado con el hinduismo ni la espiritualidad de la India. Sus discursos siempre fueron difíciles de seguir y traducir, pues se dice que hablaba el bengalí a gran velocidad. Un tema central que siempre defendió fue la búsqueda de la autorrealización, más allá de las obligaciones de la vida cotidiana.
Fue acogedora siempre con personas de todas las religiones y esferas espirituales, pues consideraba que lo primordial era tener fe y llevar a cabo una sadhana, fuera cual fuera. Se ganó el respeto entre los musulmanes de la India, que todavía la recuerdan con una sonrisa.
En 1929, sus discípulos construyeron un ashram en Ramna. Fue contemporánea de Sri Aurobindo, Ramana Maharshi, Ramdas y Paramahansa Yogananda, a quien conoció personalmente. Sin embargo, su vida no discurrió mucho tiempo en el mismo lugar, pues ella pasó aproximadamente 50 años viajando por toda la India, lo que hizo que millones de indios y extranjeros pudieran recibir su darshan o contemplación. A pesar de la admiración que despertaba en muchas personas, ella siempre permaneció modesta, definiéndose como una pequeña niña sin estudios y sin conocimiento alguno. En sus propias palabras:
“Soy una niña y vosotros sois mis padres. Todos los que no se han casado y los niños son mis amigos. Aceptadme así y dadme un lugar en vuestro corazón. Al llamarme «madre», me mantenéis a distancia. Las madres tienen que ser reverenciadas y respetadas. Pero una niña necesita ser amada y cuidada y es querida al corazón de todo el mundo. Así pues, ésta es la única petición que os hago: ¡hacedme un lugar en vuestro corazón!”
Anandamayi Ma murió en agosto de 1982, cuando llevaba ya varios meses sin recibir ni querer alimento. Sus discípulos celebraron el funeral en el ashram, con gran veneración hacia su figura. Algunas de las frases que nos quedan de ella son importantes para los que nos dedicamos al Yoga:
“Como amas tu propio cuerpo, considera a todos iguales a tu propio cuerpo. Cuando la Experiencia Suprema sobreviene, el servicio de todos se revela como el propio servicio. Llámalo un pájaro, un insecto, un animal o un hombre, llámalo por el nombre que quieras, uno sirve al propio Ser en cada uno de ellos.”
“Levantarse, sentarse, caminar, en realidad, cualquier gesto que el cuerpo haga, es llamado ásana. Corresponde al ritmo y la vibración del cuerpo y la mente en cualquier momento particular. Algunos aspirantes pueden meditar sólo si están sentados en la postura indicada por el guru o formulada en los shastras (escrituras) y no de otra manera. Éste es el camino para avanzar en la meditación. Por otra parte, alguien puede comenzar su práctica sentado en una postura ordinaria; sin embargo, en cuanto se ha alcanzado el estado de japa (repetición de un mantra) o dhyana (concentración), el cuerpo adoptará espontáneamente la postura más apropiada. Cuando la meditación se hace cada vez más intensa, las posturas correspondientes ganan en perfección. Cuando se saca un poco de aire de un neumático, el neumático quedará flácido; pero cuando se lo llena en toda su capacidad, permanece completamente estable en su propia forma natural. Igualmente, cuando se ha alcanzado la meditación verdadera, el cuerpo se siente libre y ligero, y al levantarse después de la meditación no hay fatiga de ningún tipo, ni dolor, entumecimiento ni rigidez en los miembros.”
Nuria, Formadora de la Escuela Mahashakti