ASPECTOS DEL IDEAL HUMANO
IMPORTANCIA Y NECESIDAD DEL IDEAL EN LA SADHANA
Ideal y sadhana
Todos los practicantes de Yoga cuando profundizamos en la sadhana y llevamos un tiempo, sabemos que los resultados de la práctica no son linealmente proporcionales a los esfuerzos, no hay una matemática yóguica que nos permita calcular lo que vamos a obtener, y pasamos por diferentes fases que fluctúan desde la plenitud ascendente a los instructivos descensos que nos inspiran en una cualidad extraordinaria y necesaria como la humildad.
Así que inevitablemente en algún punto vamos a descubrir y tener que afrontar la cuestión del propósito del yoga que particularmente estamos realizando, porque si nos quedamos solamente en las herramientas que utilizamos como si ellas fuesen el propósito real, veremos que todo con un poco de tiempo se escurre como arena entre los dedos. Me atrevo a decir que la consistencia de una sadhana no está condicionada por los medios que utilizamos, si no por el ideal que la sostiene, y aún más ese ideal ha de ser completo para nuestra vida si queremos que el Yoga sea integral.
Un practicante sin ideal, es como un samurái sin amo, una especie de mercenario que utiliza el supuesto yoga como recompensa pero no como camino, hasta ahí llega la importancia de ubicarnos en el propósito más elevado que podamos y que queramos para una sadhana auténtica, porque además ese ideal es como un pilar al que agarrarnos cuando nos remueven los vientos de la adversidad, sin él es muy probable que abandonemos justo en el momento que más decisivamente estábamos a punto de penetrar en los misterios de la vía del conocimiento, del amor y de las obras que nuestro corazón anhela.
Ideal y resultado
El ideal no solo es el faro que alumbra nuestra sadhana, es además el elemento que nos proyecta en los logros que alcanzaremos.
Una misma práctica va a ofrecer diferentes resultados en función de la dirección que el practicante le esté aportando. Así que cuanto más significativo, elevado y unificador sea el ideal elegido, más altos, duraderos y abarcadores serán los frutos.
Al plantearse la cuestión del ideal nos ponemos frente a una cuestión más amplia que es la de hasta dónde llega nuestra mente en su capacidad de proyección, porque ideal procede de idea y según la idea que tengamos sobre algo así llegaremos a materializarlo. Hay una participación del sujeto sobre la realidad, y está determinada por la posibilidad a la que esté abierto, si bien hay muchas posibilidades disponibles, el acceso real a cada una de ellas está relacionada con el nivel de limitación en el que nos manejemos.
Esto no quiere decir que tengamos que adoptar un ideal impuesto desde fuera, artificial a nuestra personalidad o nuestro momento evolutivo, pero dentro de nuestro estado presente lo más inteligente es proyectarse en la idea más elevada y completa que podemos sostener de una forma auténtica.
Diversos ideales
Recogiendo lo anterior, la propuesta es que reflexionemos sobre el ideal que sostenemos para nuestra vida, que ese ideal sea el más elevado que podamos concebir y que sea el sostén de nuestra sadhana, aquella que hacemos en el espacio acotado de la esterilla y del cojín de meditación, y aquella que desarrollamos en el maremágnum de fuerzas de la vida cotidiana. Añadido a esto podemos considerar que ese ideal es en esencia evolutivo, y que a lo largo de nuestra vida puede ir variando, aunque en algún momento veremos que hay una jerarquía de ideales y que hay uno que al encontrarlo se pondrá permanentemente por encima de todos los demás.
Así que hay esos ideales puntuales relacionados con hasta donde podemos ver en el campo de las posibilidades. Por ejemplo, si no gozamos de salud, de primeras tendremos claro que nuestro ideal es recuperarla, sin nos falta sosiego, nuestro ideal más próximo y realista será alcanzar la paz. Y todas estos ideales intermedios son necesarios, yo diría que imprescindibles como directores temporales de la sadhana, son como acompañantes que nos van llevando por un camino que de auto-revelación. Sin embargo son pasos intermedios, posibilidades útiles en una realidad humana limitada. Y como el Yoga es un camino de altos vuelos, en un determinado momento se quedarán obsoletos para dar paso a una visión más amplia, ¿cuál es la realización más elevada que podamos imaginarnos? o ¿cuál es la más elevada que anhelamos profundamente?. La respuesta a estas preguntas, ya nos ofrece una confirmación, y es que aspiramos a manifestar unas cualidades que son inherentes a nuestro ser, esto significa que buscando debajo de las capas nos encontramos con el gran ideal humano, el descubrimiento supremo, es decir, materializar la divinidad que mora en nuestro interior.
Desvelado el ideal humano más elevado conocido, toda la práctica se vuelca en esa dirección, y entonces el resultado será equivalente a aquello hacia lo que nos dirigimos.
Ideal individual y colectivo
Hemos partido de lo individual, es decir, de nosotros mismos frente a una aspiración que necesita ser formulada en términos de una dirección que esté al frente de la experiencia que promovemos a través de una práctica. Y resulta que como individuos llegamos a comprender que lo que andamos buscando es manifestar un potencial que es inherente a nuestra naturaleza profunda, lo siguiente es que si es así, ese mismo sentido de vida es válido para las demás individualidades. Por tanto, lo individual sin perder su característica, se ve ampliado hacia un ideal colectivo, yo busco realizar mi identidad esencial y espiritual en este plano material, lo mismo que mis semejantes, así que mi propio faro es un faro para toda la humanidad. Y mi ideal se convierte en un ideal humano de ascensión, que me involucra y que me afecta, así que la fuerza, el amor y la consciencia que tengo la posibilidad de poner al servicio de un ideal elevado para mi propia vida, de forma natural e inherente se ponen al servicio del ideal latente para toda la humanidad de la que formo parte.
Ideal ascendente y descendente
El Purna Yoga inspira al sadhak integrar lo ascendente con lo descendente, resumiendo en una frase simbólica la dirección de la aspiración humana : “Bajar el Cielo a la Tierra”. O también, unir conocimiento y realización, apostar por un conocimiento que se materializa en el mundo pero que no es del mundo, en esta encrucijada apasionante nos coloca el Yoga Integral de Sri Aurobindo, aportando un ideal que cada vez suena con más fuerza en la consciencia humana, en estos tiempos convulsos de transformación en el proceso evolutivo.