YOGA INTEGRAL PARA UNA FEMINIDAD CONSCIENTE
A pesar del laborioso trabajo de historiadores e investigadores, poco se sabe de los orígenes del Yoga. El primer indicio se remonta a hace aproximadamente 3.300 años antes de Cristo, en el Valle del Indo, donde se encontró un sello que tenía grabada la figura de un hombre en posición de loto. Algunos aventuraron que podía ser la representación de Shiva. Más adelante aparecieron los Vedas, las filosofías Vedanta y Samkhya, los Tantras, los Yoga Sutras de Patanjali y el Yoga medieval, con Shankara a la cabeza. Finalmente, la práctica aterrizó en Occidente y se fue impregnando de los conocimientos que aquí se tenían sobre anatomía, medicina, fisioterapia, etc.
Lo curioso es que detrás de todos los textos sagrados, de todos los linajes, de todas las tradiciones, encontramos fundamentalmente hombres. Es cierto que la presencia de la mujer ha sido importante en algunos momentos de la historia, con Madame Blavasky, Mirra Alfassa o Indra Devi por ejemplo, si bien ha pasado más desapercibida en su conjunto.
Nos encontramos pues ante una paradoja: hay un elevado porcentaje de practicantes femeninas, pero el yoga que la mayoría conoce bebe fundamentalmente de fuentes masculinas. Pero ¿cómo vislumbrar un Yoga diferente? Un Yoga que recupere, que subraye, que traiga a la luz, la esencia de la mujer. Un Yoga que vuelva a equilibrar las fuerzas que ponen en marcha este universo. ¿Cómo incluir la feminidad en nuestra sadhana diaria?
En primer lugar, queremos dejar claro que no se trata de encabezar una lucha o negar la importancia del principio masculino. Tal y como afirma el sanscritista Óscar Pujol, la palabra “Yoga” significa “método”, y esto tiene implicaciones interesantes.
Entendemos así el Yoga como una herramienta al servicio del ser humano, más allá de su género, que puede ayudarnos a conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres.
Una vez que estamos dispuestos a darnos la mano con el otro, a caminar juntos, debemos seguir reflexionando, porque es evidente que existe un Yoga masculinizado. ¿Qué hacer entonces? Hasta el momento en que ese desequilibrio se subsane, será necesario visibilizar, dar fuerza, sacar a la superficie, el mensaje de la mujer. Para ello debemos hablar de empoderamiento.
Pero ¿qué significa exactamente este término tan en boca de todos? Tal y como nosotros lo entendemos, empoderarse es ser libres, libres incluso de nuestros propios condicionamientos, tendencias de carácter, heridas o samskaras. Libres para realizar lo que nuestro corazón anhela en lo profundo. Mas no queremos quedarnos en los discursos, en las palabras bonitas.
Empoderarse no es tarea de un minuto, de un día o de un mes. Es un sendero que requiere una gran aspiración e importantes dosis de atención, foco, y energía. Sin embargo, podemos asegurar que los frutos merecen la pena.
Si habéis llegado hasta este punto, es posible que os estéis planteando ciertas cuestiones como, por ejemplo, ¿por dónde empezar a empoderarnos? En este sentido, lo primero que recomendamos es el compromiso con una sadhana diaria y constante. Desde ahí será más sencillo cultivar ciertas virtudes necesarias: el amor a nosotras mismas, la voluntad, la fuerza, la compasión, la determinación para vivir por un ideal más elevado… Quizás suene complejo, utópico, demasiado inalcanzable, pero no lo es. Fijaros en todo lo que habéis cambiado desde que practicáis Yoga. ¿O acaso no ha mejorado vuestra autoestima? El espejo continúa devolviendo la misma imagen, es cierto, y, sin embargo, vosotras os veis mejor, estáis más satisfechas con quienes sois. Os sentís más en paz con el mundo y, por ende, con vuestro cuerpo.
Eso sí, dentro de nuestra práctica de Yoga no puede faltar la meditación, pues es la herramienta por excelencia, la que nos va a permitir entrar en contacto con la sabiduría interna.
A parte de esto, también sería aconsejable que retomáramos el contacto con nuestra naturaleza cíclica. Es precisamente ella la que nos une a la Tierra, a los vaivenes de las mareas, a los paisajes cambiantes del cielo, las selvas, los desiertos.
Por tanto, conocer nuestros ciclos lunares, saber cómo cambia nuestro cuerpo, nuestras emociones y pensamientos, nos acercará mucho más a nosotras mismas.
Para facilitar esta conexión con nuestras fases lunares, daremos algunas orientaciones básicas para cada momento del ciclo. Aún así, os animamos a que experimentéis, probéis, y vayáis viendo qué es lo más adecuado para vosotras. Recordad siempre que cada mujer es un mundo, evitad creer en dogmas y confiad sobre todo en las señales internas y en la intuición.
Ejemplo de práctica adaptada a la sadhana:
- Fase menstrual: trabajo de asanas sencillas con un poco más de permanencia en ellas. Podemos aprovechar para profundizar en lo que ya conocemos. Practicaremos preferentemente pranayamas equilibrantes o alternos, y realizaremos meditaciones de conexión con la paz.
- Fase preovulatoria: es conveniente incluir asanas de nivel medio, que requieran más fuerza. Llevaremos a cabo pranayamas equilibrantes o alternos, aumentando el tiempo de retención, y cultivaremos una meditación de carácter observativo. Si conocemos Anapanasati puede ser un buen momento para ponerlo en práctica.
- Fase ovulatoria: aquí trabajaremos los asanas de mayor dificultad, aprovecharemos para incidir sobre posturas de fuerza y apertura. También ampliaremos el sostenimiento en ellas, si antes estábamos 4 respiraciones podemos pasar a 5 o 6. Los pranayamas más indicados son los energizantes, y la meditación preferente será la observativa.
- Fase pres-menstrual: bajaremos la intensidad de la práctica de asana a nivel medio, reduciendo el tiempo de permanencia. Asimismo, tenderemos más a los pranayamas equilibrantes o alternos, con retenciones prudentes. La meditación se hará ahora más concentrativa, abriéndonos a la paz al terminar.
Dicho esto, como practicantes de Yoga Integral confiamos en que el ser humano está llamado a evolucionar. Está claro que, hoy en día, tenemos que seguir hablando de la desigualdad entre hombres y mujeres, es obvio que hay que seguir trabajando para visibilizar y dar fuerza al principio femenino, pero este proceso tendrá una duración determinada.
Llegará un momento en que no hará falta reivindicar los ciclos de la mujer, su esencia, su naturaleza, porque ya estará integrada, ya estará en igualdad de condiciones.
Habremos conseguido en consecuencia que el principio femenino y masculino tengan su espacio, su merecido espacio. Ambas fuerzas coexistirán de forma armoniosa y el ser humano podrá continuar avanzando hacia el propósito para el que fue creado: iluminar la materia, traer el cielo a esta tierra que tanto amamos y que tanto nos quiere.
Gracias por vuestras enriquecedoras aportaciones. Me gustaría saber si recabais inormación sobre yoga y menopausia. Es una época desconocida y extraña en muchos casos, aunque realmente interesante y enriquecedora si se aborda desde una práctica serena. Estoy segura ayudaría a muchas mujeres a conocerse y desarrollarse desde el descubrimiento de una misma.
Gracias de nuevo, namasté.